jueves, 15 de marzo de 2012

Tímidez

Martina aproxima el coche a cámara lenta para no tener que acariciar el bordillo magullándolo. Los besitos del coche con salientes callejeros tenían un precio muy elevado, y mira tú que hay besos caros. En forma de taller de chapa y pintura. Martina considera que la distancia es la oportuna para no cagarla, cosa que ella suele hacer con naturalidad, alta frecuencia y de modo general. Con el coche y con todo. Considera que el vehículo está aparcado pero todavía espera casi sesenta segundos antes de apagar la radio y salir. Martina cree que lo mejor de la radio siempre lo emiten cuando hay que apagarla. Como cuando te toca hacer cola en algún sitio, entablas relación con alguien, y te tienes o se tiene que ir. Hasta siempre. Despedida marcial.

Pero Martina no es de las que entablen relación fácilmente. Siempre que le toca tener que autodefinirse dice que es tímida. Y lo es. Pero no lo dice como algunos guaperas en la tele que a la primera de cambio dicen que son tímidos cuando eso realmente es una excusa para que las feas no les rompan la cabeza. Martina es tímida de verdad, de las que se quedaban sentadas en los descansos de clase, en las excursiones sólo hablaban con el conductor para pedirles la bolsa de vomitar en marcha, y de las que se iban a marchas forzadas tras cualquier incidente.

Martina se retoca la cara, el pelo y se perfuma livianamente. Coge el móvil y abre varias veces los menús de mensajes, cotejando no sabe exactamente el qué. Mira la hora aproximadamente unas veinte veces. Decide quitarle el sonido, se lo vuelve a poner, al final opta por disminuirlo solamente. Hoy está decidida a dejar en el baúl de los recuerdos su timidez. A partir de hoy, otra Martina.

Martina sale del coche. Enfrente, aparte del bordillo caníbal, está el mar. Es mes de noviembre y el termómetro está de coña. Martina se temía que hubiese demasiada gente o demasiada gente conocida. Martina cierra su coche con el mando y dirige la vista en modo radar sobre los escasos coches del aparcamiento de Samil. Martina sube y baja sus gafas de sol para asegurarse de lo que hoy sí está ampliamente segura: sí, allí está.

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