viernes, 25 de octubre de 2013

FIN


Todo lo que tiene un principio tiene un final. Porque nada es eterno. Nada. Salvo la indiferencia, que es duradera. Organizamos las enciclopedias por tomos, las series por capítulos y las libretas por hojas. Arrancamos las hojas, vemos muchas veces los capítulos que nos gustan y las enciclopedias están en general obsoletas, al igual que esos anuncios de éstas que dicen: “actualizada con los nuevos países”.
Actualizarse o morir, pero morir sólo es útil si sirve para nacer de nuevo. Los nuevos países son pobres pero felices. El espíritu de lo nuevo no es algo vacuo sino la fuerza arrolladora y vibrante que acelera y endereza lo que ayer no parecía que hoy fuese a ser.
Esto ha sido todo.
FIN


sábado, 12 de octubre de 2013

La acompañó de verdad


Entramos en el habitáculo con el problema de dónde dejar los abrigos y mochilas como preocupación ridículamente preferente. En los hospitales siempre hace calor. Atropelladamente, percibiendo ser un estorbo desde metros antes de la entrada, galopamos con sordina para visitar las entrañas de unos aparatos propios de la carrera espacial. Sin pena ni gloria, aún sabiendo que uno sabe dónde está y para qué, todo discurría con una monotonía diacrónica.
Pero en una de las salas, ya no sólo había cables obesos, luces de colores y un mandos de grúa gigante. De repente una niebla gris, húmeda, pesada y envolvente hizo que todos nosotros empezásemos a no mirarnos. Todos nos estábamos atragantando. Todos sentimos una punzada asfixiante que nos derrumbó. Todos mirábamos a no se sabe dónde porque al no mirar crees que ya no ves. Pocos minutos. Ni siquiera todos los analgésicos del mundo juntos podrían en aquel momento apaciguar el golpe.
La madre, enrojecida, le desvistió. No la dejaron terminar, una bata blanca la acompañó a la salida, pero no como una azafata de concurso. La acompañó de verdad.