viernes, 2 de noviembre de 2012

Mirando al gato


Carolina efectuaba múltiples dobleces en el envoltorio del azúcar del café, mientras pensaba en lo que Daniela le había estado contando.
Daniela, absorta, dirigía su mirada a una extraña escultura en forma de gato que presidía tácitamente la cafetería de mesas redondas grandes y pequeñas, mezcladas en una suerte de Tetris circular.
-Pero entonces explícamelo otra vez, y explícamelo mejor- inquirió Carolina. -Intenta ser clara porque no entiendo si estás triste, o no, porque se va; si quieres que se vaya, o se quede; si quieres irte con él, o no; si quieres quedarte o quieres marcharte.
Entonces Daniela, mirando al gato, expresó lo que sentía con una claridad nunca vista: -No estoy triste porque se va. Estoy triste porque a pesar de todo, no estoy triste porque se va-

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