Carolina
efectuaba múltiples dobleces en el envoltorio del azúcar del café, mientras pensaba
en lo que Daniela le había estado contando.
Daniela,
absorta, dirigía su mirada a una extraña escultura en forma de gato que
presidía tácitamente la cafetería de mesas redondas grandes y pequeñas,
mezcladas en una suerte de Tetris circular.
-Pero
entonces explícamelo otra vez, y explícamelo mejor- inquirió Carolina. -Intenta
ser clara porque no entiendo si estás triste, o no, porque se va; si quieres
que se vaya, o se quede; si quieres irte con él, o no; si quieres quedarte o
quieres marcharte.
Entonces
Daniela, mirando al gato, expresó lo que sentía con una claridad nunca vista: -No
estoy triste porque se va. Estoy triste porque a pesar de todo, no estoy triste
porque se va-
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