Los
que lleváis gafas de sol sin venir a cuento no me gustáis. No me gustáis porque
los ojos son para ver y para ser vistos. No me gustáis. Nada. Los ojos y la
cara no son para llevar ocultos ni aún con la excusa de estar en un velatorio,
como si las gafas de sol implicasen respeto de cara al difunto, de cuerpo
presente, o a su familia, recién mutilada. No me gustáis los que ocultáis bajo
las gafas de sol lo que pensáis, lo que decís, lo que miráis, lo que obráis y
lo que sois. No me gustáis porque vais de limpios, modernos y respetuosos, pero
muy resentidos con la fotofobia que sufrís cuando los más fotófobos sois
vosotros.
No
me gustáis porque con gafas de sol puestas o sin ellas, no sois de fiar. En lo
humano pero también en lo divino. Lo digo sin tener que sacar un tomo
enciclopédico. Os jactáis de que así podéis manejar por rectas con curvas sin
ser deslumbrados por un sol de invierno que no existe. Os encerráis en vuestra
timidez de revista para ser vistos como águilas rapaces cuando realmente sois
aves de gran tamaño con filia a la carroña.
Los
que lleváis gafas de sol sin venir a cuento sois como todos aquellos que con
ánimo cabrón hacen todas las cosas sin venir a cuento, como el que te llama
para decirte nada, o al menos eso crees, porque a veces la noticia es eso, que
te llame, aunque sea para nada. Los que lleváis gafas de sol sin venir a cuento
no sois felices porque no veis el sol ni queréis verlo. Todo lo avistáis oscuro,
seco, azul o gris. No advertís las nubes con sus playas en invierno, ejemplo de
belleza con letra mayúscula.
Los
que lleváis gafas de sol sin venir a cuento, no veis llorar, porque ya lloráis
vosotros por todos.
Tú no te las pongas, pq esconderías esa maravillosa mirada azúl, limpia, profunda y sincera.
ResponderEliminarZenkius Eva!
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