Hay veces en que decimos cosas
que, incluso antes de haber terminado de pronunciar, en el momento mismo de
expresar mediante frases más o menos elaboradas, tanto al hilo de una
consersación crispada y encendida como de una charla desanimada esperando a que
venga un ángel y nos ilumine el momento, sabemos que originarán un incremento
de la subida del pan.
Petra acababa de ser consciente de
ello en aquel justo momento, aunque sus escuchantes puntuales entorno a la mesa
parecían ser sufridores temporales de hipoacusia o bien eran fans de Ikea.
Petra en principio no quería que
sus amigos se enterasen de aquello que ella suponía sería un motivo de mofa
importante. Por eso intentaba poner excusas variopintas con dudosa originalidad
y fundamentos infantiles. Como aquellos que ante los vómitos de las primeras
borracheras se excusan con el hábito adquirido de ingerir cortezas de cerdo
mezcladas con gominolas o los que son vistos y oidos en ambientados locales y se
excusan manifestando la ignorancia o apelando a la casualidad nocturna de una
noche loca.
Petra había miccionado en modo
ascendente y ahora el viento de sus palabras podría embeberla
considerablemente.
Petra, tras mucho tiempo rajando
del hecho de tener animales en casa de una manera que rozaba el golpeo a mano
abierta preventivo, tras meses llamando cerdos directa e indirectamente a los
que teníamos perro en casa y lo queríamos como a un hijo (matrículas
universitarias aparte) y lo dejábamos subir al sofá, y tras semanas de queja
compulsiva sobre la cantidad de pelos sueltos que dejaban éstos en ropa, coches
y demás parientes; tras todo eso, Petra acababa de soltar por su boquita que el
sábado próximo había un concurso de mascotas organizado por la asociación de
vecinos y que ella lo mismo iba.
Los demás no dijimos nada durante
los primeros trece o catorce segundos. Después el abucheo fue verdaderamente
increible, las ondas sonoras de las risas llegaron a detectarse en un medidor
sísmico sito en Melilla, y la piel facial de Petra se tornó en rojo ketchup de
marca blanca con una velocidad al límite de la legalidad.
Todos lo sabíamos ya pero Petra
confirmó el dato: Víctor, el nuevo, tenía un Fox Terrier.
¡¡¡ me ha encantado !!!! XD
ResponderEliminarZenkius again Eva!
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