lunes, 31 de diciembre de 2012

Capaz de todo


Marta acabó volviendo con Marcos. Cumplieron aquello de que los amores reñidos son los más queridos. Marta un día escuchó lo de que cuando las cosas van mal no es necesario siempre cambiar de personajes sino de historias. Marta y Marcos tuvieron un niño, que sacó lo mejor de cada uno. Lo mejor que estaba ahí, aparcado.
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Mario y Andrea convencieron a todo el mundo de que lo mejor para ser felices juntos es vivir separados. Demostraron sin demasiados corolarios ni teoremas que hay círculos cuadrados. Eso sí, a veces no son más que figuritas de plomo pesado que te llaman cuando no quieres que te llamen y que llamas cuando no te llaman pero quieres que lo hagan. Mario y Andrea eran en el fondo felices, lo cual no es poco tal y como va la bolsa, en bajada.
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Esperanza también se quitó las gafas de sol.
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Paloma ordenó sus cartas y su castillo. Puso, como dicen ahora, los cimientos de una recuperación, que vendrá. Pero no se sabe cuando.
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Cuando todo estaba dizque perdido, cuando ya la fiesta estaba a punto de acabarse porque las luces estaban encendidas, las canciones absurdas de última hora habían sonado varias veces desde ultratumba, cuando todas las cosas recuperadas de la vieja casa parecía que se iban al contenedor, María encontró luz.
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Dicen que cuantas más veces intentes dejar de fumar, más probabilidades tendrás de conseguirlo. También dicen que para conseguir algo que nunca has alcanzado antes, tendrás que hacer algo que tampoco nunca has hecho. Yo acabé dejando de fumar porque fumar es malo. Pero todavía quedan los puros. Y las bodas. Conseguí dejar de fumar porque si dejas de fumar, eres capaz de todo.

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