sábado, 30 de marzo de 2013

Al final son lo que se ve




A veces, bueno… muchas veces… sueño que puedo volar. Lo consigo con facilidad. Basta con empezar a caminar un poco rápido, tener el deseo de elevarme poco a poco y… volar. Querer es poder. En sueños. Me elevo y comienzo a planear desde lo más alto, observando la azotea de mi edificio, redondeado, viejo y más alto que los de su entorno. Luego me alejo un poco. Veo todo desde esa perspectiva que te permite juzgar con más facilidad al no pararte a ver los detalles, sólo viendo las grandes formas geométricas que al final son lo que se ve. Si entras en detalles todo empeora.

Cuando estoy lejos de mi calle, decido que debo bajar a la tierra y sí, fijarme en los detalles y en las caras de la gente, los escaparates de tiendas cerradas por la crisis y los coches aparcados en zonas donde no hay sitio para aparcar. Los edificios desde abajo son muy parecidos. Como estoy soñando me acelero y en nada ya estoy en lo alto otra vez. Y vuelo. Vuelo mucho. Estoy soñando.

Caminando, hoy fijé mi mirada en los salientes de las azoteas, los lazos de los ramos de flores, los tonos de las capas y en las caras de las fotos . Me paré en los detalles y las cosas no empeoraron.

Estaba volando. Despierto.

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